lunes, 14 de diciembre de 2020

Humberto Alvarez: VIVIR RECLINADO EN MONTEVIDEO


 


 P
ara un ciclista común, la forma de una bicicleta no guarda sorpresas. El diseño permanece porque es más o menos el mismo que conoce desde que nació. Para un constructor artesanal de bicicletas reclinada la cosa es distinta. Construimos, pedaleamos y disfrutamos de “otra manera “, aunque la bicicleta tenga 2 ruedas como las de siempre. De ese disfrute creador y de su incansable productividad nació esta nueva bici y aquí Humberto Alvarez, nos la presenta.



Él vive en un tranquilo barrio de la capital uruguaya y desde hace años fabrica y disfruta sus propias reclinadas, usándolas tanto para hacer ejercicio como para ir al trabajo. Por eso no es raro verlo circular por el tránsito montevideano yendo y viniendo mientras imanta miradas curiosas a su paso. Con el tiempo las reclinadas lo convirtieron en un fanático de estos vehículos y en cada uno que hace, concreta la suma de experiencias acumuladas desde sus primeros modelos hasta ahora.


La horquilla trasera. Aquí se encuentran los tubos redondos y los cuadrados que provenían del cuadro. En todos los casos los tubulares utilizados fueron de 1.6 mm de pared.

Casi pronta para recibir los últimos puntos de soldadura y la pintura. Llamativo diseño.

En su última reclinada optó por una bici sin suspensión y una configuración 20 -28 que trasmite un aire ligero y agresivo. El cuadro de curioso diseño, está construido en gran parte con tubulares cuadrados, salvo la horquilla trasera donde Humberto utilizó delgados caños redondos para conformarlo.

Guiado por su experiencia y su perenne preocupación por el peso de sus reclinadas, Humberto en una actitud aconsejable, despoja sus modelos de toda pieza superflua o innecesaria. Para él todo debe encajar en espacios acotados y funcionales. Los centímetros sumados sin motivo no existen, la reclinada tiene que ser como un traje a medida, lo que al final termina favoreciendo la estética de sus creaciones. La “buena pinta” de una reclinada casera es algo que personalmente valoro.


Ya bastante tenemos con el “karma” de ser los “raros” del mundo del ciclismo, como para que encima construir reclinadas de feo aspecto. Una reclinada “recargada de cosas” es como si al jorobado de Notre Dame le pusiéramos minifaldas o algo así. En mi opinión, no necesitamos de constructores displicentes, capaces de recargar sus reclinadas con chirimbolos innecesarios que terminan transformando sus rodados en artefactos de circo. Las reclinadas son vehículos eficientes, cómodos y originales, no los arruinemos con excesos de mal gusto. 
Pero ya está bien de quejas, volvamos a la bici de Humberto que es lo que importa.



Humberto dotó de frenos para carretera a su nuevo modelo. Con eso asegura la eficiencia y bajo peso de un sistema largamente probado.




Un asiento construido con una plancha de aluminio aporta a la “levedad” de la reclinada. Esta bici tiene 118 cm entre ejes y su asiento fue colocado a 42 cm del suelo. -“Podría haber puesto el asiento a 36 cm, me comenta Humberto, pero para eso tenía que “quebrar” demasiado la ruta de la cadena, perdiendo eficiencia, además de agregar algún otro rodillo para guiarla".


La “V” que personaliza el cuadro de esta reclinada, podría sugerir una renuncia a la búsqueda “espartana” y eficiente del diseño que nos tiene acostumbrado Humberto, pero no es así.

Tal vez se pregunte, ¿por qué no cortar camino y unir el tren delantero con el trasero con un simple caño? Y aunque se esto sea posible, es innegable la personalidad y sobre todo la resistencia que aporta al cuadro ese triángulo que soporta las cargas verticales de la reclinada (peso del ciclista), y termina sirviendo de apoyo al respaldo del asiento.


Las pruebas que Humberto lleva hechas hasta ahora terminaron por confirmarle lo que la bici trasmite al primer golpe de vista…- ”la bici anda bárbaro”. –“Me desplazo contraviento con menor esfuerzo y sin perder velocidad crucero”.

¡¡ FELICIDADES, que la disfrutes y que vengan muchas más!!!