miércoles, 22 de julio de 2009

DESDE PORTUGAL

El amigo Carlos Bernardo es de Portugal, fanático del ciclismo y con la ventaja que tiene la disciplina del Montain Bike de combinar la práctica deportiva y el estrecho contacto con el turismo y la naturaleza. Carlos tiene su propio blog muy actractivo y moderno. Puedes visitarlo en http://ocicloturista.blogspot.com

EL LLEGAR NO ES IMPORTANTE,LO IMPORTANTE ES EL CAMINO.


Cuado la brisa sopla tranquila desde el Río Uruguay sobre la costanera de Paysandú ...¿a quien le importa llegar rápido a alguna parte? Solo queda disfrutar el camino.

Tal vez de esa frase popular y trillada explique en parte el comportamiento de muchos ciclistas reclinados que andamos por el mundo. Si bien existen aquellos que buscan la velocidad en sus bicis, no son pocos, los que disfrutan tanto pedalear en una reclinada, que cuando se los ve pasar, observas a tipos relajados y totalmente despreocupados por llegar antes o más rápido a destino.

La repuesta es, están disfrutando al máximo su paseo en bici. Como una bicicleta reclinada ofrece al piloto un excelente puesto de observación, será difícil que el ciclista no recree su vista por el paisaje que atraviesa.
Distinto le ocurre al ciclista tradicional, que para no tener que ir levantando la cabeza (que a la postre le traerá dolor de cuello) está casi todo el tiempo condenado a circular mirando el metro y medio de asfalto que le precede.

La ausencia de dolores molestos es otro de los motivos que nos hace pedalear trayectos más largos, porque nuestras energías están puestas al servicio del pedaleo y no de disipar molestias originadas por la postura por algunos llamados “bicipinchados”.

En otra bicicleta terminaríamos el ejercicio cuando se nos hiciera insoportable el dolor en el culo, muñecas o espalda y trataríamos de terminar cuánto antes el recorrido que nos hubiéramos fijado.
En una reclinada, si tenemos tiempo, siempre nos tentará el camino y terminaremos alargando el recorrido solo por seguir disfrutando del ejercicio o el paseo.
Es por eso que a ojos ajenos les pareceremos un poco “vagos”, poco competitivos y despreocupados por los rendimientos deportivos.
Andamos en bicicleta porque disfrutamos enormemente nuestras reclinadas, de otra forma nos pasaría como a muchos, que antes de afrontar el “sacrificio” de una bicicleteada tradicional lo dejan para otro día.