lunes, 2 de diciembre de 2013

MARC BRUNET : UN RECLINADO SOLIDARIO.

Aquel día de junio de 2012 Marc se levantó temprano. Tenía la certeza que la ansiedad le había “limado” el sueño y que partiría olvidándose de algo. Mentalmente repasó su lista de viaje.En la penumbra de su casa, como un perro fiel, la reclinada Azub 5 con las alforjas cargadas lo esperaba impaciente. Todo estaba listo, cuando se despidiera de su esposa, lo esperaban dos meses y medio de viaje, 6.200 km de pedaleo  y 10  países que debía atravesar para llegar a su destino, Armenia. Esa era una mañana espectacular para iniciar su aventura.



Marc Brunet (59) vive en la bella ciudad de Valence en el centro del valle del Ródano en Francia y a logrado amalgamar, el deporte, la aventura y la solidaridad en una asociación que desde 2012 lo tiene como presidente y ha llamado Aventure en Solidaire.

La AZUB 5 fiel compañera del viajero.


Deportista, músico y fervientes cristiano, Marc impulsa las causas solidarias a través del deporte y la aventura, recolectando dinero para causas nobles.
En su viaje de 6200 km a Armenia, Brunet se dispuso ayudar a la reconstrucción de una escuelita de ese país que sufriera las consecuencias de un terremoto.


"En el camino, en bicicleta, el viento te lastra para fortalecer tu paciencia; el viento te mece para perfeccionar tu equilibrio; el viento te enfría para endurecer tu cuerpo; el viento te susurra para afinar tu entendimiento. Manolo Tena. (Extraído de Vivir en Bicicleta.)

Sus múltiples contactos con organizaciones humanitarias y medios de prensa, permiten que sus objetivos lleguen a buen término.
Marc Brunet además cuenta sus aventura  en ésta pagina que recomiendo visitar, ya que la misma ofrece relatos detallados de sus viajes y la ilustra con excelentes fotografías tomadas por este aventurero. De regreso a su ciudad, Marc brinda diversas conferencias donde relata sus aventuras y promueve la acción solidaria a través del deporte y la aventura.

 Tres momentos del viaje de cualquier cicloturista. La noche en el campamento, frágil morada del nómada que se aquieta para reponer fuerzas y acomodar en sus alforjas las experiencias del día. 


El amanecer. Lo sorprende en medio de una campiña sin nombre y llena de sonidos naturales. Tendrá que levantarse, desayunar y aprontar todo para la nueva jornada.
Un alto en el camino para descansar los músculo y llenar el alma con los paisajes que le salen al encuentro.
La meta cumplida (si es que la hubiera). A veces en el viaje, se descubrirán cosas que no figuran en ningún mapa, otras no se pueden cuantificar en kilómetros. Solo el alma del viajero sabe cuán enriquecido volvió al alejarse de casa.