GUICHON – PAYSANDÚ 91 Km .
8/4/2012
Me había propuesto realizar
el mismo recorrido que hice en 2011 acompañado por 20 ciclistas más...pero esta
vez lo haría solo, en el sentido contrario y con un estado físico a todas luces mejorable. Me "disfrazaría de
cicloturista", ayudado por las flamantes alforjas que me había regalado mi amigo
Juan F. Carrizo y que yo acomodé en un porta equipaje que le hice a la
reclinada a último momento. Tendría que hacer 91 km de carretera bastante ondulada y
en algunos tramos en mal estado.
Apenas
salí de Guichón ,me crucé con 3 cicloturistas –2 hombres y una mujer- que pedaleaban
relajadamente rumbo a la ciudad.
- Buena señal pensé, encontrar
otros locos como yo en un país donde los cicloturistas no abundan, es definitivamente un buen augurio.
Humor rutero.
Este cartel está a la orilla de un arroyito que atraviesa la ruta 90 a pocos kilómetros de Guichón...algún humorista quitó algunas letras para cambiar la advertencia del letrero. Doy fe que yo no me lavé lo que menciona el cartel... ni tiré envases en el arroyo.
Este cartel está a la orilla de un arroyito que atraviesa la ruta 90 a pocos kilómetros de Guichón...algún humorista quitó algunas letras para cambiar la advertencia del letrero. Doy fe que yo no me lavé lo que menciona el cartel... ni tiré envases en el arroyo.
Arroyo Guayabos. En mi
niñez disfrutábamos de sus aguas junto a
mis primos y hermanos. Recuerdo que en este mismo lugar, en 1972 alguien vino y tiró la noticia –“ ¡¡aparecieron sobrevivientes del avión que cayó en los Andes!!”. Nos quedamos
todos en silencio y alguien prendió la radio buscando la noticia. Hacía 72 días que estaban perdidos en la montaña y ya nadie los buscaba. Hasta los más
optimistas daban por muertos a los uruguayos del vuelo 571. Comenzaba a gestarse el milagro de los Andes.
A la entrada de las Termas de Almirón
Al final del camino la lluvia también me acompañó durante algunos kilómetros, después el cielo se despejó y pude llegar sin problemas para la hora del almuerzo.
PAYSANDÚ – CASA BLANCA 50
km . 15/4/2012
El
domingo amaneció apacible y neblinoso. Al sol le costó trabajo devolverle los
colores y las formas a las cosas, así que mi reclinada y yo
"navegamos" un buen rato sin cielo, sin paisaje y con jirones de
camino que se iba revelando a medida que la niebla nos daba paso con desgano.
Casa Blanca aún dormida me esperaba 15 kilómetros mas allá, recostada a orillas del Río Uruguay. En el camino, varios vehículos de pescadores domingueros con sus embarcaciones de tiro me pasaron rumbo al río, mientras yo trataba de redondear el pedaleo y comenzaba a disfrutar los primeros colores del campo.
Este curioso cartel recibe al viajero a la entrada del pueblo. Su particular mensaje "la humilde banquina es el jardín de muchas personas" me llamó la atención y le saqué una foto. Evidentemente alguien consideró que el mensaje era importante porque se tomó el trabajo de colocarlo allí.
El pueblo parecía dormido cuando lentamente recorrí sus calles. A esa hora te puedes sentar en cualquera de sus calles simplemente a escuchar el silencio. Ni gente,ni curas, ni perros que me ladren...vaya gente dormilona la de Casa Blanca.
Cuando llegué al río recibí la fervorosa acogida de los mosquitos locales que acortaron mi visita a la costa. A pesar de lo relajante del paisaje solo pude estar el tiempo suficiente para tomar algunas fotos antes que los mosquitos me comieran vivo.
Estos tres" personajes" me salieron al encuentro cuando volvía del río atraídos por la reclinada. No salían de su asombro al tiempo que me preguntaban ¿vos sos ciclista señor? Parecían no entender que alguien pudiera hacer ciclismo de una forma tan relajada.
Al regreso, una curva a la derecha que se perdía entre las sombras de los eucaliptos, me tentó y allí fui. No conocía el camino ni adonde conducía, pero pensé...nadie hace un camino para ir a ninguna parte, asi que seguí adelante.
A los pocos metros de recorrerlo se terminó el asfalto y comenzó la tierra. Después de unos quilómetros los carteles indicadores habían huído en estampida y me encontraba sin saber a dónde estaba ni en que ruta desembocaría el sendero. Podía desandar el camino, pero el camino bordeado de árboles autóctonos y aves pudo mas. Seguí adelante.
Sandro Rivero
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Estimado Sandro, cuando leí el texto de la foto donde están los chicos de Casa Blanca;se me llenaron los ojos de lágrimas.Me trajo el recuerdo de mi primera travesía. Recordaba a esos locos bajitos como dice Serrat, ellos son siempre los que te salen a recibir, hacer sus preguntas para colmar su curiosidad y son los que si les hacés alguna consulta de algún lugar para comer o dormir, ellos te mandan al sitio exacto;"son sanos" bien intencionados;felicitaciones por tús travesías, no interesan los kmts. Valen muchos las experiencias.-
Un abrazo y adelante.- Juan Francisco Carrizo - Trinidad -Uruguay
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