Es difícil dejar las bicicletas reclinadas después de haberlas conocido. Más difícil es abandonarlas cuando las viste nacer en el taller de tu casa.
Mientras las construyes te imaginas montando en ella mientras recorres caminos que no disfrutarías igual si lo hicieras en una bici común.
Si ves una curva que baja y se pierde entre un túnel de árboles automáticamente te imaginas conduciendo plácidamente por allí tu reclinada.
Si algunas de estas cosas te pasan, tienes que saber que son la sintomatología de un diagnóstico claro de “recumbentis aguda”. Tienes que saber entonces que eso No tiene cura, que es una afección auto inmune y que se desconoce su capacidad de contagio. En este artículo les presento a un portador de esta sepa, HUMBERTO ALVAREZ, un constructor uruguayo incansable.
A Humberto lo conocí en el año 2019 cuando lo visité en su casa en Montevideo (Uruguay). En el tranquilo barrio de Colón, Humberto arma y desarma bicicletas hasta que de su casa sale una nueva reclinada.
Una de las cosas que me contó fue que conocía las bicicletas reclinadas desde antes que existiera internet.
Me sorprendió, porque, a mí, las reclinadas me llegaron mientras buscaba algo totalmente diferente en la red. Cuando las vi – recuerdo que me apareció un triciclo reclinado - me encanto y esas imágenes dispararon mi curiosidad por sumergirme en este mundillo de las reclinadas.
Como le pasa a muchos constructores artesanales, Humberto fabrica sus reclinadas apoyado en la experiencia de sus creaciones anteriores (cuya cantidad desconozco). Afinando el gusto en base a la prueba y el error, los diseños se optimizan, se "minimalizan", se despojan de todo lo superfluo mientras busca la efectividad y el bajo peso de sus reclinadas.
La ruta de la cadena. En este caso solo es interrumpida en el tramo de la tracción por un leve "quiebre" dedicado a evitar el roce ede la cadena con la horquilla trasera.
Bicicletas comunes y algunas reclinadas en desuso son “sacrificadas” en pos del prototipo por nacer. Como si de Víctor Frankenstein en la novela de Mary Shelley se tratara, Humberto toma “partes” para dar a luz nuevos modelos.
La diferencia está en que el no crea “monstruos” sino gráciles bicicletas reclinadas que dan ganas de probarlas apenas las ves.
Al parecer, su experiencia hace que resurjan en sus últimas bicis, algunos aspectos de las anteriores. Ruedas traseras de carretera, para poder utilizar rodados más finos que garantizan un buen desempeño. El manillar alto con el que Humberto se siente más a gusto que con los manillares bajo el asiento.
Las estilizadas lineas de las reclinada revelan los esfuerzos por ""adelgazar peso" -clásico problema de las reclinadas artesanales- y conseguir una buena aerodinámica para el ciclista. El perfil del asiento se acomoda a la posición del ciclista facilitándole el pedaleo sin "escurrirse para adelante" y encajando la espalda en la curvatura del respaldo. Confort total.
Despojada del asiento y de la cadena. La "levedad" del conjunto sugiere velocidad y confort a partes iguales.-"¿Viste?, te dije, esta haciendo otra reclinada". Akira y Tsuki, silenciosas testigos perrunas de los trabajos de Humberto en su taller.




No hay comentarios:
Publicar un comentario